Flash en blanco y negro

El verte me cautiva, por instante, tu mirada me atrapa, tu forma, tus alegrías, despechos y cuantas formas de ser muestras quejándote de trasnochos y siestas interrumpidas con la sed por el alcohol y la chatarra para la merienda. Protagonizas polaroids que fácilmente me inspiran imágenes de un mañana a tu lado. Tus fotos revelan espejismos de todo lo que pudiera ser, pero siempre aparece otro personaje de la nada robando la toma, ¿algún día seré yo en esas escenas?. 

Vuelvo una vez más, como un antojado más en el buzón directo. Te doy mis reverencias, olvidando todos los ratos que han pasado mientras mi pulso no transmuta mi pasión en oro. 

Pero no estás, no respondes, no me buscas y no te busco, y me guardas y te escondo, y te enganchas con mis publicaciones y yo con el pie de tus fotos. Todo esto es tan cruel como las letras de las canciones románticas que no me permito escuchar. Desquiciado estoy ya en otros cuentos no publicados. Así que me digo que no sé nada, cuando me pregunto si alguna vez podré estar entre esos espejismos. 

Las imágenes se desvanecen en mi mente. Paso la página del álbum, y mientras el tiempo perdura para los mortales en agonía, el trance espiritual domina el ritmo que llevo elevándome hacia el camino de un guerrero de luz, el cual no me permite ver más que el mañana para saber hacia donde voy hoy.

Ahora después de andar a la deriva en un universo, y vagando en un inframundo, me encuentro sembrando un jardín por una promesa donde quiero convertir todo lo que significa amor para mí (incluso estas palabras) en algo que valga la pena, y no solo las flechas de un cupido que llamo cuando aparece cada doncella en mi camino.

Espero puedas entender que aún todo en mi futuro no tiene forma por más que lo planifique, y que las cosas no las decido, ni las decreto solo. 

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