En la hora
Este hombre ya ha tenido suficiente en la cabeza y en el corazón. Ahora solo vive entre fragmentos de diferentes dimensiones de si en los recuerdos de su vida. No extraña a nadie en específico, y por ahora solo puedes verlo subir historias de amaneceres o atardeceres con la hora de prender la pipa para olvidar cuantos días faltan para la quincena. No hay más de el, las fotos son borrosas y no tiene la voluntad de hablar en un cuarto de paredes sucias y de una luz tenue como la de un subterraneo. No hay otro lugar. Hacer el esfuerzo de comerse la grima es inmenso, dejando de lado guiones y cientos de tuits de lo que podría ser algún buen proyecto, uno de cientos que se van por falta de calidad y energía para producir la primera etapa de algún otro piloto mediocre en una habitación caliente como el mediodía de una ciudad industrial. Hora tras hora hasta que llegue el mañana correcto, un día que ya ni se puede describir pues no se espera nada.