Alvaro Benavides

L levo dos años sin aventuras urbanas, todo está tranquilo ahora, precisamente por no quedar más loco. Sigo con los mismos cuentos repetidos, crónicas de caliche y chismes flojos que no asombran a nadie. Trato de ser un buen hijo, sin tatuajes, ni pelo largo, en una familia muy despierta y aparentemente conservadora. No hay "pinta de artista", y caer dentro de algún estereotipo o cliché sería solo acomodarme para algún rebaño que no hay. La rebeldía se acabó, me encuentro una vez más en ese periodismo ciudadano que habla sobre las responsabilidades de los entes públicos, los huecos en la vía, o los tramos de la autopista sin luz. Quizás aún mentepollo en lo Geek. No me asombran ni las chicas electrónicas, ni las redes de tratas de blancas, ni los nuevos burdeles de Turno en las avenidas principales de la ciudad. Son el consuelo express de tantos marranos, como el dulce amor, o esos tantos restaurants donde las bandidas son por ratos papas, pizzas, o hamburguesas.  De las au

En estos momentos creo que se sigue viendo atrás por el bienestar. Un país que está cambiando y yo soy una persona que trato de mantener un discurso objetivo que no promueve al odio, sino que trata de reconocer los pocos cambios positivos que se le hicieron al sistema (porque sé que con eso es con lo que vamos a arrancar), pues en estos momentos continuamos buscando una solución pacífica para la transición de lo que ocurre en Venezuela.  Pero para muchos eso es imposible, porque del lado de la oposición se vio mucha sangre, tortura, y el chavismo que va cayendo con mucha presión internacional, solo va pagando con cárcel, principalmente a los peces gordos y lentamente a los funcionarios involucrados en casos de derechos humanos. La oposición no, la resistencia, celebra. Hablamos de terrorismo de diferentes orígenes involucrados en las alianzas con Chávez y su odio al imperialismo, más de una ideología y discurso que han sido usadas para crear la obediencia en el significante de la acció

El poeta a las musas de Ruben Darío, del libro de Poesía en la biblioteca del Museo de Historia Casa Páez Más allá de hacer crónicas sobre pageants y sembrar trampas estéticas para seducir damas a mi despacho mientras paso el día haciendo siete tareas específicas, estoy consciente de que con la política estoy fuera de tono. No profundizo con el acontecer, y las acotaciones que necesito hacer, al menos en lo que concierne a ciudad están esperando que termine la semana, al igual que mis planes de negocios y otras diligencias que no son oportunas durante el asueto. Continuación del poema... Tengo algunas metas profesionales que incluyen colaboración en medios tradicionales, pero necesito concretarme apto. Mi teléfono sigue con la pantalla rota, y ya el carro está más cerca. Sinceramente pasó un año. Con la cámara, pues dejando el cargador olvidado en el enchufe ahora la batería empezó a funcionar mejor. Aunque sigo aspirando poder comprar una cámara profesional. Aunque me vea como incomp