Del saber vivir como alguien común

Llevo dos años sin aventuras urbanas, todo está tranquilo ahora, precisamente por no quedar más loco. Sigo con los mismos cuentos repetidos, crónicas de caliche y chismes flojos que no asombran a nadie. Trato de ser un buen hijo, sin tatuajes, ni pelo largo, en una familia muy despierta y aparentemente conservadora. No hay "pinta de artista", y caer dentro de algún estereotipo o cliché sería solo acomodarme para algún rebaño que no hay. La rebeldía se acabó, me encuentro una vez más en ese periodismo ciudadano que habla sobre las responsabilidades de los entes públicos, los huecos en la vía, o los tramos de la autopista sin luz. Quizás aún mentepollo en lo Geek.

Las caras del delito
No me asombran ni las chicas electrónicas, ni las redes de tratas de blancas, ni los nuevos burdeles de Turno en las avenidas principales de la ciudad. Son el consuelo express de tantos marranos, como el dulce amor, o esos tantos restaurants donde las bandidas son por ratos papas, pizzas, o hamburguesas. 

De las aumentadas, para eso se encargan los que importan amortiguadores, sino es que se empoderan tratando de vender el mismo producto de belleza que las otras tantas con MUA dentro del nombre de usuario en Instagram. Sin duda, trabajar con el Marketplace de Facebook me ilustra mucho.

Cuando ya tienen edad para salir de aquel anexo en Yaritagua, nadie tiene tiempo para entenderse con las leyes de vivienda, porque cuando ya finalmente tienen el piso tras conseguir los meses de negociación, quedan pagando el alquiler y el condominio en la cama, gracias a alguno de esos desgraciados de algún cuerpo de seguridad, albañiles, mecánicos de calle, o aquel señor de la frutería que maneja un 350 con cava. Obvio, consumen de la televisión y cualquier otro tipo serio se les hace un lujo de hombre, tu sabes ¿de qué colegio eres?. No importa si el techo es de zinc y la loza sin cerámica, igualito les van a escribir como mínimo por la videollamada.

Estamos conviviendo con el sistema de alcahuetas donde las disqueras de género urbano resultan ser amparadas y aplaudidas por el gobierno, hablando como hedonistas iluminados a un publico de conformistas que solo buscan pasar el rato hasta que llegan a sus casas sin luz ni agua. La estética del Hip-Hop, glorifica a todos estos monos que trabajan duro y lo aparentan en bling porque el espectro de mercadotecnia lo pone por encima de la búsqueda del bienestar.

Para cuando te das cuenta, son hijos o sobrinos de algún ministro y de esa manera tienen su carrera financiada y como a 4 o 5 Tusis operadas con una foto de el en su perfil porque es el quien las mantiene. Nada tan feo como tener el último iPhone con un baño que no baja, pero como eso no sale en Facebook ni Instagram, la falla se aguanta porque más importante es otra raya para el tigre.

Aunque guapo, honestamente no estoy para igualarme en lo vulgar y montarme con el güevo, visto de otro modo fui chulo, sigo fiel tanto al cuello blanco como a los lobbies, aunque tome bastante rato ponerme de acuerdo con los que negocian con la mente y el bolsillo. Lo satánico me parece una salida para prostitutas y ya, aunque un trabajo de cámara, taxista, o cajero consciente no hacen mal. Las trabajadoras del Hesperia me enseñaron mucho con sus fotos fueras del hotel en su Instagram e historias en el gimnasio todos los días.

Quizás, si fuera a sentarme a echar cuentos con una botella de ron, a mi edad, quedaría más alto que todos esos pavos que solo hablan de como sobrevivieron secuestros, se encontraron envueltos con alguna trama de corrupción de un viceministro, y como se dieron a la fuga luego de algún choque. 

Eso si, nunca me ha tocado a mi un cuento relacionado a poder, aunque si tengo amigos de esos que solo se rodean en sitios donde no pasas sin Toyota, y donde comerciar perico era solo parte de jugar a ser gangster para poder salir de vacaciones sin tener que gastar el sueldo que de alguna manera te va a quitar la familia (obvio sin declarar cuanto hacen con dos sencillas aplicaciones).

Mi abuelo materno se murió, un viejo proveniente de Macapo que se hizo abogado penalista, y se dedicaba a la defensa con varios P.H.D. en criminalística. Ese si que solo tenía que llamar al juez para saber cuanto era lo suyo por dictar sentencia, sino pues para Tocuyito y después pásame el próximo expediente que eso es rápido. Cuando pienso en si debí haber estudiado derecho, creo que es mejor que la empiece a estudiar a los 40, y no como algo que lamente de mi juventud. ¿Te imaginas yo visando traspasos de vehículos con kilometraje alterado?

La cantidad de cuentos de malandros, mafiosos, controversias, explicaciones de como actuar un crimen se los llevó a la tumba aunque disfrutamos de ellos en cada almuerzo que nos llevó tras ganar un caso. Aunque le pedimos muchísimas veces que escribiera sobre ello, no le dio mayor importancia, ni motivación para querer seguir con vida, el viejo se quería ir. Lo jocoso en las ocurrencias de la gente antes de buscar salirse con la suya antes de llegar a juicio definitivamente era muy buen material para crónicas.

No es mucho pero es trabajo honesto
Uno de mis tíos es de esos hombres comunes, de los que no saltan al acontecer público porque son de los tantos nombres triviales que componen y sirven a nuestra sociedad. Pero increíblemente, gente así es la que más cuentos y ocurrencias tienen por las irregularidades que tienen en su vida. 

En momentos quisiera ser así, como en esa ocasión en que traté aquel curso de albañilería pero no pude aprobar, y esa modalidad en línea sinceramente tampoco es lo mejor para el que no sabe nada. O de otra manera, que el trabajo manual y la chamba digna que tengo ahora me alcancen para esos Café y Helados que me siguen en Instagram.

Me falta más calle, si quiero mejores cosas que narrar, pero honestamente, prefiero mantenerme trabajando en lo digno, rehabilitado, y tranquilo como la vida me ha puesto ahora. No hay material para cine, ni novela urbana, pero la poesía de las pasiones ocurrentes puede que sea suficiente.

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